jueves, 1 de noviembre de 2007

Juan

Juan era un chico común, 20 años, amigos por doquier, fiestas sin parar, excesos varios, pero siempre un auto control singular.
Sin embargo un día todo cambio, una nube lo atrapo y sintió que de apoco se iba apagando, que su alegría que divagaba se estaba acabando... muy despacito se iba consumiendo y no entendía el porqué.
Cuando no encontraba consuelo, se sentaba horas en el ordenador, buscando lo inesperado, sintiendo escalofríos al no saber ni porque le escribía a la vida, realmente plasmado, cansado de tanta angustia que llevaba adentro, el problema era claro, nada de esto tenia razón alguna y esto era lo que lo embargaba más.

En este mundo, los humanos le tratamos de buscar justificación a todo lo que nos pasa, aunque no encontremos respuestas, nuestra única esperanza es la fe que ponemos en las cosas,y que se realicen o por lo menos se olviden para así poder seguir.
Al menos esto era lo que creía Juan, y corriendo por todo el mundo, escondiéndose de lo que le pasaba, no lo iba a lograr. La solución estaba en enfrentar los problemas, pero ¿Cómo? se preguntaba él, si ni siquiera podía descifrar cuales eran.
Así pasaron los días y mientras más tiempo se acumulaba, menos aire sentía que le quedaba.
A veces, le echaba la culpa a las personas, diciendo que no lo entendían, que el era así y aunque quisiera cambiar no podía, ya muchas veces lo había intentado y el resultado era claro, él siempre iba a ser igual.
Cansado de tantos estragos, aquel 22 de octubre de 1986, se dio cuenta de que el problema era él, que la vida no le había jugado una mala pasada, sino el mismo había jugado con su destino, ya las ganas se le habían acabado y sin pensarlo, tomo esa larga sabana que años antes lo acunaron, la decisión ya estaba tomada, una carta escrita y un cuerpo colgado como un sueño pero... real.

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