Cuando volví a mi hogar, me di
cuenta del significado de aquella ciudad. El gran Santiago, poblado de su
gente, de sus luces, del movimiento constante e interminable, era el lugar
perfecto, para no sentirte solo y transitar...como una onda libre, sin miedo, porque
la gente y sus edificios te acobijan, te abrazan cuando sientes que no perteneces
a ese lugar. Aquel día que fluía por sus calles junto a él, y lentamente nuestros
corazones y mentes se comenzaban a separar, me di cuenta de ese hermoso
detalle, que a pesar de que estés desolado, solo nunca lo estarás…
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